Kin-hin

Maestro Kodo Sawaki


La esencia del caminar: kin hin

Taisen Deshimaru


En el dojo se enseñan las cuatro actitudes fundamentales del cuerpo: estar de pie, caminar, sentarse y acostarse. Son las posiciones originales. Las que adoptamos habitualmente; fren­te a ellas nos abandonamos; en su mayoría son posiciones rotas.

La posición en pie y andando es muy importante, se llama kin-hin. Maurice Bejart reconoce en ella el origen de los pasos y posiciones de danza enseñados en el ballet clásico europeo.

La posición es la siguiente: de píe, columna vertebral recta, mentón hacia adentro, nuca erguida, mirada fija a tres metros, más o menos a la altura de la cintura de la persona que nos precede cuando se está en fila india. El pulgar izquierdo dentro del puño izquierdo, que se posa sobre el plexo solar. La mano derecha envuelve el puño izquierdo y las dos manos, fuertemente ceñidas, se apoyan en el esternón durante la espiración. Codos separados, antebrazos horizontales. Hombros relajados e inclinados hacia atrás. Al iniciar la espiración se avanza con la pierna recta medio paso y se descansa enérgicamente sobre el suelo con la planta del pie, más concretamente, con el arranque del dedo gordo del pie, como si se quisiera dejar una huella en el suelo. Existe una profunda correspondencia entre esta extremidad del pie y el cerebro. Se ha de sentir el contacto con la tierra.

La rodilla bien estirada, la pierna en tensión como todo el lado derecho, de la cabeza a los pies. La otra parte queda ligera, tranquila. Al mismo tiempo la espiración por la nariz es profunda, lenta, no se fuerza ni hace ningún ruido. Cuando se llega al final se descansa, el cuerpo se relaja, la inspiración adviene automáticamente, libremente.

Espiración siguiente: se cambia de pierna, todo el proceso vuelve a empezar apoyándose esta vez sobre el pie izquierdo; la pierna derecha queda ligera.

Es un caminar rítmico como el de un faisán; tensión y espera se alternan, tiempos fuertes y débiles. Los maestros Zen aconsejan caminar como el tigre en la jungla o el dragón en el mar. La huella firme, silenciosa como el rastro de un ladrón.

Mientras se camina no se debe mirar el rostro de los otros. La mirada se vuelca hacia el interior como si se estuviera solo. Al igual que en el za-zen, el pensamiento discurre. El caminar en kin-hin descansa de la posición en za-zen. Durante la jor­nada sesshin se combina una y otra. Cuerpo y espíritu reencuentran su unidad, además de una resistencia y dinamismo admirables.

Kin-hin es, como za-zen, un método de profunda concentra­ción; la energía, impelida por la espiración, se acumula en el bajo-vientre, donde es verdaderamente activa. Adiestramiento para la estabilización de la energía: el arte marcial del Japón se funda en esta unión de piernas y en la concentración de la fuerza en el hará.

Esta posición se enseña en judokárateaikido y en el tiro con arco (kyudo).

Hoy en día olvidamos con demasiada frecuencia la influen­cia de la actitud espiritual en la práctica del arte marcial. Únicamente se busca el vigor por medio de la técnica. Do, en judo y aikido, significa Vía...

El arte marcial no es una técnica de competición ni un de­porte de combate, sino un método para alcanzar el propio dominio, el control de la energía en el abandono de «ego» y la comunión con el orden celeste. Disciplina de la conciencia: no se lanza la flecha, la flecha parte en el instante preciso, cuando inconscientemente se está a punto, desnudo de uno mismo.




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